Dios busca una persona dispuesta a ser utilizada para su obra. Él no mira su currículo o preparación académica, su experiencia de trabajo y tampoco su pasado. El Señor es soberano y usa a quién quiere y cuándo así lo desea. Solamente está mirando la disposición que hay en el corazón y el anhelo de servir.
La palabra establece en 1 Corintios 1: 27-29 (NVI):
“Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse“.

Rahab reconoció que esos varones eran siervos de Dios y que su familia podría ser salvada si les pedía que tuvieran de ellos misericordia. Por eso, hacen el pacto que se selló con el cordón de grana en la ventana para que su familia se salvara. Si aplicamos a nuestra vida tanto el capítulo 1 de Josué, en el que habla de Josué como sucesor de Moisés, como el capítulo número 2, la enseñanza es clave: Dios honra a los que le honran y se compromete con aquellos que están dispuestos a hacer su voluntad y guardar su palabra. Así como nos hace el llamado para que nos enfrentemos a las guerras que nos corresponden, nos da las herramientas para que podamos lograrlo.
En el caso de Rahab, pues nos enseña que no importa nuestro pasado, Dios puede escogernos y utilizarnos si nos ponemos en sus manos, Él usa a quién quiere y como quiere para que su propósito se cumpla. Si estás pensando que no tienes las cualificaciones para servir en el Reino de Dios, deja las excusas y pon tu corazón dispuesto. Dios te dará las herramientas y te capacitará para que puedas hacer su perfecta voluntad y cumplir con su propósito para ti. ¿Estás listo(a) para ser un instrumento en las manos del Señor?
Por Elizabeth Vargas
[Suministrado de http://www.jovenesdiferentespr.com]